Hubo un tiempo, lejano ya, en el que cuando trabajábamos con papel siempre hacíamos la copia del colega que habíamos "pillado" en esos momentos de aburrimiento, relajación o simplemente tontería. Luego la poníamos en la bolsa y al siguiente encuentro: risas entre todos los presentes. Ahora, en principio, es mucho más fácil pero el formateado de tarjeta, olvido o dejadez hace que a veces no lleguen a sus destinatarios. Ahora podremos ver algunas.
Por una vez es raro no ver a Mao por las alturas, él que es tan dado a subirse por cualquier sitio. Y no será por falta de bolas, que bien las aprovechan los dos compañeros.